miércoles, 25 de mayo de 2011

La obra perdurable de Norma Bazúa

Elvira García Sainz

Un día, el flautista mexicano Horacio Franco hizo una llamada urgente por teléfono a Norma Bazúa. Quería presentar, en un concierto especial, el libro Varo entre remedios caseros con el que descubrió un día el trabajo poético de la escritora sinaloense, que lo movió a mostrar su fascinación al leer esos mágicos poemas. El libro lo impresionó de tal modo; en esta ocasión se trataba de una proyección alucinante que lo llevó desde la poética de la cocina a la casa del alma a través de la lectura.
La poesía de Norma Bazúa (Norma Bazúa Fitch, 1928, Ahome, Sinaloa -2011, México, D.F.) es transgeneracional, a mi modo de ver. Retoma de los clásicos formas y sentidos, y de las vanguardias consonancias y alternancias que le dan un matiz intemporal a su obra fundada en lucidez, belleza y poder equilibrante de la palabra. Recorre un delicado devenir, desde los rincones de lo coloquial, hasta los confines universales del sentido y el esplendor del intelecto en armonía con una pasión en balance.
Es de notar que la creación literaria de Bazúa, sin embargo, ha sido precariamente difundida; por lo menos no se conoce –tanto— como el legado de otras poetas mexicanas cercanas a su generación –de nacimiento como persona y escritora—, como son Margarita Michelena, Enriqueta Ochoa, Rosario Castellanos, Concha Urquiza, Thelma Nava, Griselda Álvarez, Carmen Alardín; de la generación de los setenta, Elsa Cross, Germaine Calderón, Elva Macías, Isabel Fraire; de continuidad literaria contemporánea (las novísimas) Vera Larrosa, Elena Milán y Kyra Galván. Ya quisiéramos también que se promoviera más la lectura de las actuales poetas, entre ellas Ernestina Yépiz, Elsa Rodríguez Brondo, María García Velasco, Adriana Tafoya, Silvia Tomasa Rivera, Irma Pineda, de norte a sur del país... En cierto modo es corta la lista, o para algunos puede ser un poco más larga, poetas que bregan en la búsqueda particular de lo nuevo entre lo escrito y dan un giro a la ruleta puesta a andar con Juana Inés de la Cruz en México y revivida con María Enriqueta en el último romanticismo ya modernista seguido por obra y figuras de otras latitudes hispanoamericanas como es Gabriela Mistral.
Norma Bazúa es de las poetas que escriben en el nuevo siglo XXI y siempre rebelde rebasa los límites generacionales o grupales. Sería, en un intento por ubicarla, de las tempranas por nacimiento (en 1928) o, por  las fechas en que empieza a publicar, de las tardías del XX. Y sin embargo, ha sido también de las actuales por la vigencia de su obra literaria hasta su reciente partida. Su poesía ha sido libre, navegando fuera de corpúsculos. Incluso los sonetos que escribió pueden verse ahora a la luz de una nueva interpretación formal.
En la segunda mitad del XX vecino aparecen sus primeros libros impresos, aunque su obra poética empezó a germinar desde la primera mitad de ese siglo y poco antes de su reciente adiós seguía escribiendo incansablemente. Esto nos remite a un problema, digamos, de generación, y por ello se añade la pregunta: ¿a qué generación pertenecen las poetas, las mujeres escritoras cuyos nombres son contabilizados públicamente como los dedos de dos o cuatro palmas en los siglos XX, de una en el XIX y casi sólo una del México novohispano, la del claustro?
La poesía de Norma Bazúa es una poesía de siempre, que transita una y otra vez las múltiples fronteras dando totalidad a la palabra poética.
Con nueve libros de poesía publicados a partir de 1962 (la mayoría años después de ser escritos u organizados cuidadosamente) y más de 10 aún sin publicar, un premio nacional y otro reconocimiento internacional, Norma Bazúa incursiona desde los sesenta –según fecha de impresión, 1962— en el atrio-ateneo de la creación de ese arte comprehendido y aún no plenamente comprendido pero habitado por cada tiempo nuevo de la “extraña” y entrañable poesía.
¿Por qué hablar de poesía transgeneracional en el caso de la obra de Norma Bazúa? El adjetivo y otras veces sustantivo se usa en el sentido de lo contemporáneo. Porque la poesía de la escritora ahomense abunda en formas y contenidos que pueden ubicarse en distintas corrientes literarias; y porque permanece a través del tiempo por sus valores estéticos y estilísticos; porque sus poemas transitan distintas épocas y contextos de existencia y creación artística. El arte que fluye junto a la vida y sus productos, en los procesos de generación, de sus orígenes a sus nuevos estadios.
En el primer libro de la autora –publicado dos años después de su redacción—, De ser, amor y muerte, título tomado del primer poema, destaca Carlos Pellicer en
el prólogo que le escribiera:
"Norma Carrasco [apellido de casada, N. de R.] abre ahora, por primera vez su ventana para que escuchemos su voz, dentro y fuera de su casa. A la intemperie para que sepamos que ella está en barricada, en la lucha por una humanidad pisoteada por el egoísmo y la avaricia, capaces de deshonrar el ingenio humano con invenciones mortíferas en grado infinitamente criminal. Norma Carrasco pertenece a la estirpe de la gente más noble, por generosa y comprensiva. Allí están los cinco primeros poemas declarándolo, apasionadamente. Pero también su capacidad de mujer sueña, ama, sufre y canta.”

Bernardo Ortiz de Montellano advertiría, durante la presentación de los libros de Bazúa Tengo miedo de sacudirle la raíz al sueño y A manera de pretexto el mar:
"En la época en que fueron educados los ahora llamados escritores de pantalón corto, aquellos que comenzaron a publicar después del 68, no era ningún pecado –aún— la diferencia entre un escritor joven, o un escritor maduro. Se podía ser un iconoclasta o un imitador de los clásicos. Era válido abonarse a una tradición y experimentar a ratos, y se apreciaba tanto al auatodidacta, como Juan José Arreola, o al poseso y ondero, como Jesús Luis Benítez o Parménides García Saldaña."

Como ejemplo, un poema de Bazúa deja claro su atrevimiento y su logro, entre sus diversos temas circulando alrededor de los sentidos y la existencia:

Antes del coito y de la siembra
la palabra exacta fue DESEO DE SER

Antes del fuego de la consumición
del agua sin parar
de la tempestad del rayo
de la obsidiana
la palabra exacta fue MUERTE

De ser    amor    y muerte  tocó la piedra al hombre
y la defensa vino a detener la fiera
Desataron su látigo las lenguas
Voló la cerbatana para cortar el otro vuelo
Saltó    horadado en la madera    el fuego

Después acarició el barro y lo vació en sus manos
Encontró lo cóncavo

Fui el ayudante del amor
del odio
del reposo
            (“De ser, amor y muerte”, fragmento)

La problemática ideológica y social que atenta contra la humanidad es otro de los temas que permean en los versos de Bazúa. Otros aspectos como el tiempo y el espacio sobresalen en los poemarios Momentos, Como dibujando las distancias y A manera de pretexto el mar. Así como otros elementos coloquiales y satíricos son fundamentalmente expuestos en el segundo libro de éstos, que son bastiones para reflejar y refractar pormenores y pormayores de la vida cotidiana. En el volumen Como dibujando las distancias, Bazúa obtiene el premio Jomar, Arte y Literatura 1985-1986 que dos años después permanecería desierto. Al respecto señala Margarita Michelena, quien distingue la unidad temática y formal del poemario –Óscar Oliva y Enriqueta Ochoa también formaron parte del jurado—: “Por ser justo y limpio el manejo de la palabra, por lo rico y acertado del lenguaje coloquial perfectamente incorporado a los textos”. El siguiente es un ejemplo.

(TERCER POEMA)

Cuando era niña
le cayó el santo sobre la cabeza

Las viejas rezanderas
dijeron que era cosa de Dios
un milagro la beatería que le dejó entre ceja y ceja
hasta que Él mismo bajó
le puso la mano del cirujano sobre la frente
y le devolvió la luz
la inteligencia

Vaya regañada que le metió al santo aquel
por andar dando traspiés de ciego
en estado de sobriedad iluminada.
(Como dibujando las distancias, 64)

La obsesión por la palabra, por sus significados múltiples y fantásticos, por el humor con el apoyo de la connotación musical, es identificada asimismo en Boceto para un palabrario. Este libro de poemas de Norma fue impreso en 1989 y fue finalista del concurso internacional de poesía Carmen Conde de España en 1986. Tan tenaz era el trabajo de la escritora que preparaba algunas publicaciones mientras escribía nuevos poemarios.

De Momentos (1962-70, Col. Los libros del fakir, ed. Oasis, 1986).

“La palabra la metáfora
y yo la tercera en discordia.”

I

Cada momento advierto que te tengo apalabrada
para un intento nuevo de irnos de la mano hasta la voz
-vocalizada-
con que pretendo el canto

Contra el vociferío el vocinfierno
tengo el voncinglero anuncio de las luces

Estos momentos son
-aun los perdidos para decir o desdecir los órdenes geométricos
que juntas hemos de nombrar-
lo único que justifica mi temporal destino
vaciado en moldes para galletas de estrellas
de bestiezuelas planas
de flores retorcidas de pastillaje

Con qué jugar a hacernos de palabras
acompañadas de un buen té
y una bandeja nueva
Que ha de ser el tablero convenido.

II

Te lo dije nombrando las cosas por su nombre
vistiéndolas detrás de los espejos
desvistiéndolas hasta la impudicia de su propio esqueleto

Terca en tus consonantes obtusas incapaces de soledad
tenías que ser tú misma con tu “alarde de espíritu” alpinista
subiendo a cuestas el fardo del instinto
para acabar diciendo en cada curva del verbo caminarentremontañas
que no esperabas el sorpresivo encuentro con tu otra gemela
la emboscada en vocales ¡La muy sonora!

III

Celosa habías de ser
de no comprometerte en coincidencias

Serena espiga de tu propia cosecha
para que al verte florecida
nadie tenga que buscar en tus pétalos
los genes heredados de algún granero visitado a escondidas

Escrupulosa de tu familia de sordas y sonoras bienmaridadas
y nadie vendrá a convencernos
De rimas y de versos desheredados por la maledicencia.

IV

Parejita graciosa ésta de la palabra
tan seria, tan discreta, tan formal
y su gemela tan emperifollada y oblicua

Experta en disimulos de abanicos
Amanerada
Esta loca metáfora.

V

Fue un mal sueño:
la palabra era imagen de su metáfora

Salía por sus ojos la orfandad entera
desalojaba el párpado la amnesia
quería olvidar sus secuencias de oscuridad:
río empantanado sin llegada a puerto
arena movediza del recuerdo
sabedoras de todo y sin recuento las líneas de la cara
Caída a menos la erre del recorrido por la historia del verbo.

El legado de Norma Bazúa es algo que concierne a todos. Es el trasfuego de la palabra más que por sí misma, por la construcción de la memoria, de la vida cotidiana, del devenir como inicio y reinicio. Es la llama que crece en cada verso y el lenguaje que se reinventa en cada estrofa. Queda su obra para la posteridad. (QEPD)

No hay comentarios:

Publicar un comentario