jueves, 21 de febrero de 2013

Oda trabajosa

Elvira García Sainz
Las crisis no son sólo económicas, también suelen atraer crisis de conceptos compartidos. Una palabra aparentemente clara es, por ejemplo, "trabajo". Cuántas distintas visiones lo hacen tan difuso. Revisemos uno que otro aspecto.
Curiosidades del trabajador independiente; y del que no. Cuando tiene trabajo remunerado ingresa oficialmente a la lista de las personas ocupadas. Pero cuando no, tampoco le es muy dado estar en cesantía. De esto no se salvan ni los abuelos. Antes era común que siguieran cuidando de los nietos. Ahora si no se da eso, tienen que cuidar de su solitaria manutención.
Cuando se puso de moda pagar a destiempo, se volvió una costumbre tan popular que ya no es exclusiva del trabajador independiente. Porque si bien a todo trabajo correspondería un ingreso económico o de bienes diversos, no solamente la satisfacción de haberlo hecho, parece que no ha habido ley que diga cuándo o a veces cuánto tampoco. ¡Qué dice la Ley del Trabajo? Veamos si hay alguna actualizada. Hay muchas en el mundo para ese concepto inasible de un "ser humano". Muchas personas, grupos, empresas, instituciones se las pasan ahora prorrateando presupuestos para alentar ese dominio del futuro sobre el presente inmediato. Pueden pasar meses y años para que un trabajador reciba el pago por sus servicios literalmente prestados, y remunerados, si tiene éxito, con depreciación.
Recuerdo cuando en un pasado gobierno se decía que en el área cultural se estaría ahorrando mucho dinero. Se entendía ahorrar como dejar de gastar; pero también se hizo mecánica la forma de dejar de pagar a la gente.
También se ha puesto mucho de moda decir "hay que hacer méritos". Entonces el pago se vuelve como un eco lejano, pero casi todo mundo ahora depende de tener trabajo, así que prefiere guardar la esperanza de que algún día la justicia pagadera llegue.
No sólo de trabajar se puede vivir, pero el mundo sólo vive del trabajo. El trabajo que fue una decisión propia o colectiva, una necesidad natural, ahora parece una cosa, una elección constante, una labor sujeta muchas de las veces a un dinero que pasa de unas manos a las otras casi imperceptiblemente (a veces es como una imagen virtual que pasa del empleador al expendedor, sin que medie más que alguna firma o instrucción). Que puede acabar con la salud y no por gracia.
¿Qué leyes regulan el trabajo sin ingresos, el trabajo que esperará incluso años para tener alguna correspondencia medible? Y luego la necesidad de cada vez más millones de acceder o permanecer en trabajos donde lo más trabajoso puede ser, paradójicamente, no el trabajo en sí que debe de hacerse sino el ambiente laboral. Por cierto, desconociendo que así como un empleador puede despedirlos, los trabajadores pueden rescindir el contrato por todo derecho a indemnización cuando no se cumplan las condiciones acordadas.
Algunos logran tener la opción de tener el trabajo que les da sustento por un lado y que les permite a la vez poder tener otro trabajo que les dé gusto, para el que se usarán sobradas energías. Una disposición del ánimo, una inversión de tiempo y esfuerzo que, sin embargo, tal vez de cualquier modo rinda fruto.
El trabajo se parece a muchos fenómenos de la naturaleza, pero adaptado ahora a las visiones de la actualidad. Porque tiene límites de tiempo, de lugar, de personas, de mentes, de cuerpos, de alcances, límites que parece preciso rebasar todo el tiempo. Si no, es como estar rezagado en una carrera de muchos kilómetros. El trabajo tiene regularmente prisa. Ahora tiene otro tipo de leyes también. Pero incluso antes había leyes que sin embargo no tenía. O cómo se explica que por gusto o por necesidad se trabajen más de ocho horas diarias. Si alguien o muchos decidieron que esa era una cantidad plausible, pues eso es sólo una microscópica mancha del universo.
Imaginemos cuántas horas de trabajo y remuneración implica una sartén de 20 pesos para las manos de una familia china. ¿Cómo estará yendo eso de las utilidades? Ahora casi cada semana aparece una nota de la bolsa asiática reportando ganancias. Tiene así casi la década, ¿o no? Mientras otras bajan bajan y bajan. Pero de esto qué bienestar tendrán esas familias chinas. ¿Tendrán acceso a una casa digna cerca de su centro de trabajo? Una casita de tres cuartos, agua, luz y un patio para descansar en grupo...
Y seguimos comprando bandejitas de diez pesos, muy útiles, porque también la necesidad, se entiende, ya no se usan además los jumates, son imprácticos y ya quién sabe si hasta la planta se extinguió. Una difícilmente encuentra el estropajo o las esponjas naturales, y no porque fueran consumiéndose, a veces fue destruido su lugar de crecimiento para poner una fábrica, un piso plano, porque ya no hubo quien regara la parcela o quién se acordara que existían. Pero bueno, regresando a lo del trabajo, cuánto trabajo costará saber en un momento dado cuál será el valor real que tenga....
21 de febrero, 2013.

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